sábado, 12 de enero de 2008

62 horas en Torrelavega

DOMINGO: SE CUMPLE EL OBJETIVO Y SE DESATAN LAS EMOCIONES

Habíamos dejado una situación de cierta incertidumbre para Ciudad de Ponferrada que tras haber superado una dura batalla contra Merkamueble y ganado sus dos encuentros de la fase de ascenso, todavía debía superar al Grupo Covadonga para conseguir subir a Liga EBA. Las fuerzas ya andaban un poco justas, pero la ilusión y el trabajo de una toda temporada se iba a poner sobre la pista en un solo partido donde se jugaba todo. Los 32 encuentros oficiales disputados hasta entonces ya no valían para nada.

MADRUGÓN, ALGUNOS REZOS Y AMBIENTE UN POCO FRÍO

Hoy toca muy pronto el despertador. Son las siete y media de la mañana, los jugadores ya se han acostado sobre las once al acabar los vendajes y han descansado lo que han podido, pero el resto estoy seguro que nos había costado concienciar el sueño. Algunos como yo, ante no poder concienciar el sueño, aún estuve hasta las dos y media pasadas navegando por internet. Es mucho lo que nos jugamos en el encuentro muchos hemos dormido lo que hemos podido.

El partido empieza a las diez de la mañana y ese es el motivo del madrugón. Un partido especial en una hora especial, por no decir inhabitual. Así que está empezando a amanecer cuando ya bajamos al comedor para desayunar rápidamente, con un ambiente de cierta tranquilidad y charlando los unos con los otros. Los temas son variados pero pocos hablan del partido, salvo el concejal de Deportes, Emilio Villanueva, que muestra su total confianza en la victoria.

Poca cosa más, algunos ya dejamos la maleta medio hecha, ya que después de comer marcharíamos para Ponferrada. Mientras jugadores y entrenadores se reúnen unos últimos instantes para terminar de pulir cosas de cara al partido. Son las ocho y media de la mañana y partimos todos para el Pabellón “Vicente Trueba”, queda por ver con qué ánimos volveríamos al hotel.

O mejor dicho, casi todos, ya que faltan el concejal, el presidente, José Manuel San Miguel y el patrocinador, Jaime Otero. Los tres han ido a rezar a una ermita, siendo el más imparcial Emilio Villanueva, quien según dijo había pedido porque el equipo jugase bien y no pasase ninguna circunstancia extraña.

El resto llegamos a la instalación donde no parece que nos estemos jugando un ascenso a Liga EBA. De nuevo vacío por completo y escasos de tensión a priori, tal que hasta la cordialidad entre ambos equipos es constatable e incluso intercambiamos impresiones durante varios minutos. Pero no hay nadie más, solo los dos delegados federativos, ya que los árbitros llegaron nuevamente con el tiempo justo.

La cosa coge un poco de color cuando aparecen los aficionados con sus camisetas azules procedentes de Santillana del Mar, donde han hecho noche y dispuestos a animar al equipo desde el inicio. Sensaciones diferentes en los jugadores, ya muy concentrados en la rueda de calentamiento ante la gran cita de la historia del club.

También llegan los aficionados del Grupo Covadonga, en un número similar a los ponferradinos, pero no hay nadie más y la hora es muy extraña. Son las diez de la mañana, a Ponferrada le basta con ganar, mientras que los gijoneses tienen que hacerlo por más de 11 puntos para lograr este objetivo. Si lo hiciesen por menos, el que subiría sería el Merkamueble, siempre que los cántabros ganasen en el último partido a Zarzuela Maristas.

La gente se va animando e incluso se intenta cantar el “A Ponferrada me voy”, justo antes de empezar el encuentro, con diversa suerte, ya que parecía que había estrofas que no se terminaban de dominar. El balón iba al aire y en apenas hora y media sabríamos el destino inmediato de los bercianos.

MUCHO SUFRIMIENTO HASTA EL DESCANSO Y LESIÓN DE DANI GARCÍA

El inicio del encuentro es de muchas imprecisiones aunque con ciertas ventajas por parte de Ciudad de Ponferrada. Sin embargo mediado el primer cuarto, el Grupo daba sus primeros avisos con una serie de triples de su alero brasileño, Dani de Azevedo, que ponía las primeras ventajas de 5-7 puntos y que daba ya avisos de que el encuentro iba a ser muy sufrido. Se llegaba de esta forma al final del primer cuarto con un 26-21 en contra.

Las cosas seguían en el segundo cuarto por los mismos derroteros, aunque Ciudad de Ponferrada conseguía ajustar su defensa ante la efectividad en los triples, teniendo a sus postes bien defendidos. De nuevo enorme en la defensa estuvo Dani García. Pero ahí apareció una figura inesperada para los rivales, la del capitán David Piera, con una impresionante serie de tres triples, bien secundado por Laso y Maté. El segundo cuarto había sido muy bueno y la afición en la grada empezaba a ver claridad.

Se remontaba el partido y al descanso ya era Ciudad de Ponferrada quien llegaba con una ventaja de seis puntos (41-47). Sin embargo el sino del equipo era seguir sufriendo y más cuando a falta de escasamente un minuto para el descanso, Dani García tenía una lesión muscular en los Isquiotibiales que le descartaba para el resto del partido. Se eliminaba a nuestra principal referencia defensiva.

MÁS SUFRIMIENTO Y AL FINAL ESTALLIDO DE ALEGRÍA

El tema empezaba bien tras el descanso, donde Ciudad de Ponferrada se ponía de inicio con diez puntos de ventaja (41-51), sin embargo no lograba irse en el marcador y el tercer cuarto era feo, de continuos fallos y con poco juego en el interior de las zonas. Los bercianos iban manteniendo diferencias de 6-7 puntos merced sobre todo a un aplicadísimo David Piera en tareas defensivas.

Se finalizaba el tercer cuarto con un resultado de 55-61 y cada equipo había sido capaz de anotar tan solo 14 puntos. Había que apretar los dientes, diez minutos más y la EBA ya sería nuestra y la gente vibrando en la grada.


Sin embargo las cosas no podían empezar peor con un 5-0 de Grupo al inicio que ponía un peligrosísimo 60-61 en el marcado. Además iba llegando la afición local del Merkamueble al pabellón (su equipo jugaba a las doce) y se volcaba en animar al Grupo, porque una victoria asturiana por menos de 11 puntos mantenía con esperanzas a los cántabros.

En esta circunstancia, la cabeza de los jugadores bercianos estuvo con una frialdad tremenda y envidiable y ahí surgió Laso para cortar la reacción asturiana con sus triples, costaba anotar un mundo pero la defensa rozaba la perfección con un magnífico Piera en su faceta reboteadora. La diferencia aumentaba a los 4, 6, 8… Mientras Adrián Villadangos condenaba al Grupo con sus malos tiros.

Un increíble triple de Marcos Álvarez (su fase de ascenso también fue impresionante) a falta de un minuto ponía el 64-76 en el marcador y sentenciaba el partido. La euforia se desataba enormemente y el carrusel de faltas no hizo más que retrasar el alirón final con la grada entregada.

Última jugada: Laso lanzaba un triple que escupía el aro, cogía el rebote ofensivo Borja Rodríguez, que ni se sabe donde lanzaba… Pero daba igual, sonaba la bocina y todas las emociones se desataban con el 71-78 final.

DUCHAS, TROFEOS Y DIVERSAS ANÉCDOTAS

La gente estaba catatónica por la pista, abrazos unos con otros, mientras los jugadores del Grupo felicitaban deportivamente a los bercianos y los jugadores de Merkamueble observaban como se les escapaba definitivamente el ascenso y su último encuentro contra Zarzuela Maristas sería intrascendente.

Alberto Miranda juntaba a todos en un corro y les daba la enhorabuena empleando el símil del camino del guerrero que había llegado a su fin. La gente no sabía por donde andaba, tal que el ímpetu por ir a las duchas hizo a los jugadores ir a un vestuario en la otra punta del pabellón al que le habían dado. Cayendo de la burra, volvieron a la pista, la atravesaron y esta vez si acertaron.

Allí todo el mundo acabó empapado, no se salvó nadie, ni la botella de cava que tras descorcharse duró un segundo. El presidente cayó, el secretario técnico, el secretario, la prensa cayó en su totalidad, salvo alguno que escapó a tiempo… Incluso el Concejal de Deportes, quien primero dijo que entraba a condición que no lo duchasen, pero luego en plena euforia se metió el solo por iniciativa propia y quedando en ropa interior.

La ocasión lo merecía todo, incluso la afonía grave de José San Miguel, que no podía hablar al final del partido. Los jugadores iban saliendo del vestuario y atendiendo a los medios de comunicación ya tranquilamente, mientras nos llevábamos la sorpresa que la afición berciana ya había partido hacia Ponferrada sin esperar a saber si habría entrega de trofeos.

El día era feo, pero el momento maravilloso. Daba la casualidad que había un duatlón enfrente del pabellón y no paraban de entrar corredores, mientras caía una lluvia intensa. Al final todos cambiábamos la ropa y nos íbamos a la grada a ver el último partido entre Merkamueble y Zarzuela Maristas. Todos llevaban unas camisetas con el lema “El Camino de Guerrero”. Momento de tranquilidad, de los pocos que hubo el día 20 de mayo de 2007.

Finalizaba el último partido con victoria de dos puntos de los anfitriones, que acababan segundos y accederían a la repesca de Torrelodones. De nuevo todos los equipos a la pista a recoger los trofeos y David Piera recogiendo el trofeo que acreditaba a Ciudad de Ponferrada como campeón de la fase de ascenso. Había de todo en la pista, croquetas, pochas simuladas, manteo al entrenador… Incluso una vuelta de honor dedicando el ascenso a la grada vacía acordándose de la afición que había marchado para Ponferrada antes de tiempo.

Por fin montábamos todos en el autobús sobre las dos y cuarto de la tarde, aprovechando Roy y Dani García para hacer un numerito de gomaespuma con el micrófono del bus, sacando motes a todo el mundo y de paso dejando caer a la directiva lo de las primas.

Euforia a la llegada al Hotel Celuisma Torrelavega y felicitaciones del personal, incluso alguna broma que algún que otro no se tomó muy a bien. Por fin una comida en toda regla después de todos los menús de deportista durante los días anteriores. Entrantes, chuletones, y postres en condiciones para celebrar el ascenso, mientras todo el mundo cantaba de todo y soltaban los protocolarios discursos.

A las cuatro terminábamos de recoger las maletas y las habitaciones, y ya por fin a las cuatro y media nos despedíamos de Torrelavega. Habían sido 62 horas de sufrimiento, tensión pero sobre todo maravillosas y que todos recordaremos el resto de nuestras vidas con gran alegría. Dejábamos la capital del Besaya , la papelera, los túneles y una ciudad para el recuerdo del club.

CELEBRACIÓN EN LUIS DEL OLMO

Alberto Miranda había partido con Dani García, que había traído su coche desde Madrid y ahora iba también hacia Ponferrada, al igual que Juanma Copano, quien había llevado su vehículo para traer el mismo viernes a Borja Rodríguez. No éramos muchos realmente los que quedábamos en el autobús.

El primer tramo del viaje de regreso a Ponferrada transcurría mediante llamadas telefónicas a los allegados, organizar deprisa una cena en “La Rosaleda” y una comunicación del Concejal de Deportes para decirnos que se reservaba la plaza de Luis del Olmo para la llegada a Ponferrada.

La primera parada era en “Los Chopos”, en Osorno, donde alguno ya quería empezar allí la fiesta y donde ya coincidimos toda la expedición. Tras media hora allí, de nuevo partimos hacia Ponferrada en un día no muy apacible.

Película, charlas de unos con otros y algunos vídeos de las celebraciones en Torrelavega que ya andaban dando vueltas por el bus. Tras una parada en Astorga para saludar a los familiares de David Gabaldón, y recibir la llamada de Fidel (el chofer que siempre llevaba al equipo y que se perdía la cita por tener otro viaje), continuábamos a Ponferrada.

Quedamos todos en “El Toralín” para juntarnos y coger algunas bufandas (gracias Víctor por abrir la instalación) y ya emprender viaje a Luis del Olmo. Eran las nueve de la noche y allí nos esperaban unos 200 incondicionales con pancartas, camisetas, etc. Poco tardamos en estar todos empapados de nuevo y algunos nos quedamos incluso sin ropa de repuesto, después de la ducha de la mañana. Impresionante.

El resto de la noche ya fue una cena en La Rosaleda para el club, después de la misión cumplida y la posterior celebración en la Oxi. Alguno fue a trabajar al día siguiente con unas considerables ojeras, pero la ocasión había merecido la pena.

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